Es temporada de compras (¿cuándo no lo es, claro?) y eso significa que es un buen momento para analizar detenidamente cómo tomamos decisiones sobre qué comprar, tanto para nosotros mismos como para regalar a nuestros seres queridos.
Cada vez que los dígitos de su tarjeta de crédito salen de su bolsillo, bolso o caché del navegador, se enfrenta a una serie de opciones. A primera vista, elegimos las cosas por el estilo, el tamaño y el color, pero las opciones menos obvias que tomamos antes de firmar en la línea de puntos tienen el poder de convertirnos de consumidores inconscientes en compradores conscientes.
Primero, tenemos que elegir creer que cada compra que hacemos realmente importa, y lo hace en varios niveles.
A nivel local, tener menos cosas, de mejor calidad y más bonitas mejora la calidad de nuestras vidas.
A nivel mundial, rechazar el modelo de moda rápida, consumo conspicuo y obsolescencia programada que está llevando a nuestro planeta al borde del desastre ecológico (y más allá de él) se ha convertido en una responsabilidad moral.
¿Por qué no aprovechar cada oportunidad para insertar su voz en la conversación ejerciendo su poder adquisitivo de una manera significativa?
No todas las cosas son iguales
Es hora de adoptar un enfoque diferente a la hora de intercambiar el dinero que tanto nos costó ganar por cosas: un enfoque consciente, que implica considerar cuidadosamente lo que compramos. Especialmente durante la temporada de regalos navideños, todo sentido de proporción se va por la ventana porque hemos absorbido por completo el mensaje de la cultura moderna de que más es mejor. Se supone que dar más cosas, tener más cosas, comprar más cosas debe indicarnos a nosotros mismos y a los demás que hemos alcanzado el éxito, medido a través de una lente capitalista de consumo.
Depende de cada uno de nosotros rechazar esa narrativa. Cada vez que compramos algo, tenemos la oportunidad de enviar un mensaje al "mercado" sobre qué tipo de cosas quiere comprar la gente. Cuando compramos cosas que se producen de forma barata, son falsificaciones y no son respetuosas con el medio ambiente, el mercado capta ese mensaje y fabrica más de esas cosas. Comprar cosas que se fabrican de forma ética, que tienen un diseño original y que respetan el medio ambiente envía el mensaje opuesto. Ese es el mensaje que queremos que escuche el mercado.
Vamos de compras
A la mayoría de nosotros nos gusta pensar que hemos conseguido una ganga y eso nos lleva a tener un montón de cosas baratas que no duran mucho o no cumplen su función al máximo. Es un hábito que podemos abandonar. Lo más barato a menudo no es lo mejor porque un mejor diseño, mejores materiales, fuentes ecológicas y llevar un negocio ético, francamente, cuestan más.
A largo plazo, comprar algunas cosas que son más caras en virtud de su originalidad, utilidad y moralidad es un mejor negocio (para ti y para el medio ambiente) que tener que reemplazar constantemente algo más barato porque se desgasta o simplemente no te conviene. Para averiguar qué productos se ajustan a esta descripción, tienes que investigar un poco o, como nos gusta llamarlo, comprar.
Comprar tiene mala fama, pero no es el problema en sí. Comprar demasiado de las cosas equivocadas es el problema. Comprar es tomarse el tiempo y la atención para elegir cosas para uno mismo y para los seres queridos que sean consideradas, útiles, atractivas y producidas de manera responsable. Cuando se aborda como un ejercicio de elección consciente de las cosas más útiles, sostenibles y de mayor calidad que se pueden permitir, comprar es en realidad algo bueno.
Perfecto, Conoce a Good
Probablemente hayas escuchado el dicho “lo perfecto es enemigo de lo bueno”. Si bien las historias sobre personas que se han comprometido a pasar un año sin comprar nada, sin generar basura ni usar plástico son buenas, esa no es la única forma de generar un impacto. La persona que reduce sus compras y cambia su perspectiva para comprar cosas de mejor calidad y más sustentables no es una noticia muy popular, pero es más alcanzable.
Todos podemos mejorar nuestra forma de elegir qué comprar, desde nuestra taza de café diaria hasta nuestro nuevo coche y todo lo demás (como, por ejemplo, las colchonetas de yoga). Menos residuos, más respeto por el planeta. Menos cantidad, más calidad. Menos inutilidad, más funcionalidad.
El dinero habla
A muchas personas les preocupa ceder a la presión estacional de alimentar el ciclo capitalista. Es una preocupación válida, pero participar puede ser en realidad una oportunidad para demostrar tu poder. Haz todas tus compras con un corazón solidario y una mente consciente y podremos convertir el poder de tu billetera en una fuerza para el bien.